domingo, 10 de marzo de 2013

Buffet libre.

Dientes que se afilan en torno a un débil corazón.
Brazos que asfixian un alma llena de vida.
Esperanza inerte que abandona su piel translucida,
al mirar los ojos de su verdugo.
El corazón se detiene,
cuenta sus latidos para que no se le escapen y
se sume en un profundo letargo,
propiciado por el frío cuerpo de su asesino.
Sueña con ser brillante,
con conseguir romper los barrotes,
que lo mantienen encarcelado.
Espera poder volar como antaño,
rozando con sus carnosas mejillas,
de fuego,
el aire de un amor de verano.
No obstante, sueña con miedo.
Pesadilla.
Aún es demasiado pronto para dejarse caer en nuevas uñas,
retorcidas,
que destripen sus entrañas,
hasta el último reducto de su ser.
El corazón opta por permanecer inmóvil,
por encima del tiempo,
tras aquello que hace ya mucho sintió.
Los caníbales pululan alrededor del corazón,
con sus bocas ahora ensangrentadas,
de tanto ardor.
Deseo de carne.
Respiran hondo sobre el indefenso cofre de sentimientos vacíos,
haciendo que este se retuerza en su refugio.
Sus párpados toman la iniciativa,
inconscientes.
Se abren de par en par.
Silencio interminable tras un buffet libre de amantes.

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