domingo, 15 de junio de 2014

III

Veo un fondo de concupiscencia
sobre los rostros de los fríos cangrejos.
Las nubes con sus manos curvas
absorbiendo la sal.
No queda verde al que llorar, el mar
ha muerto entre nuestros cuerpos.
Los peces forman la lengua finita
que amamanta al hombre.
Magma rojo sangre, rojo llaga, rojo
olvido.
Nos bañamos en él.
Somos presa para nuestros propios dientes.
Habrá que lamer el suelo,
higienizar hasta el último cabello.
Nunca seremos océano.

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