jueves, 24 de abril de 2014

Las aves prefieren el metal

¿Quién alimentará a este corazón cachorro
ahora que la lluvia huye de la ciudad?
Quedan los cristales como labios de nieve
cayendo la distancia a flor de piel,
mas con manos de hiedra hacia la herida cabalgo,
hacia el nacimiento,
hacia la nada.

¿A quién mirarán los ojos como luces
y el cielo abierto sobre la tierra de sangre?
Ya no queda azul, emigró con las aves,
solo un hilo negro que se araña el cuello
dejando tras de sí un sueño sin amapola.

¿Dónde está el alma?
No hay aliento.

¿Por qué?

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