domingo, 27 de abril de 2014

X

Marca tu cuerpo con la sangre de aquella niña
que fuiste
para que los otros puedan olerte mejor.
Hazte de luz un vestido
que conserve la infancia doliente,
y cose en tus límites la aurora.
Tienes en las rodillas la fiebre de toda la humanidad,
pero continúas siendo.
Nace de ti un canto leve de libélula,
a pesar.
"Ya no te quiero", dices.
Vuelvo al polvo rompiendo el espejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario