Vi anclas volando sobre mi cabeza,
con alas de cieno salpicando la sangre.
Una bomba encendida de olvido acallaba a la noche,
en el sueño un niño meciendo a su madre.
Los hogares vomitaban el fuego del pasado,
las calles relinchaban muertas.
Eran las voces un canto febril que anunciaban,
solo anunciaban,
sin saber qué.
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