jueves, 8 de mayo de 2014

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El hijo no conoce la Palabra.
Me arrastro junto al útero.
Tiene las paredes repletas de nubes,
la cara y el mercurio,
el centro mimetizándose con la radiación,
labios cubriendo todo el lugar.
Todos visten de labios sus pasos.
Solo veo curvas engullendo rojos
el líquido frío derramado junto a la sal
las heridas cubriendo cuerpos
desnudos los dientes.
Los dientes.
Dientes como sentimientos.
El sudor sabe a naranja
cuando se es rayo.
Siento tormenta.
Al fin la ciudad me vomita.
En las rodillas me dibujé un lago de tiza,
esperando así al mudo pasado.
Los cachorros corren ahora delante de mí.

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