domingo, 11 de mayo de 2014

Trinchera

Hay una estrella de sangre en mi cráneo.
La noto bailar por entre el abismo que separa mi ser
de la infinita Pregunta.
Forma un cosmos recortado en la tiniebla
la ceguera dulce de la ira.
Un mar de pólvora ahogando pulmones en la piel recostado,
no hay lugar ya en ella.
Entonces un rayo posa su frente sobre mis rodillas
y ya no quiero volver a estar.
Abandono la cáscara primigenia
arrojando de mí el tiempo.
Grito la furia de mis abuelos.
Firmo sobre el metal mi partida.
Quedan los párpados y las vísceras azules
saludando a los soldados de arena.
Solo guardo la única huella que me observa desde dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario