viernes, 6 de diciembre de 2013

Fui mi espejo

Entorné mis ojos hacia el subsuelo.
Un hogar de araña palpaba las paredes
con gritos de tela
que se deshacían en suspiros de pólvora.
El Sol mecía una cuna de ausencia
con la sonrisa gris
del mudo por amor.
Giré los pies hacia el pasado.
Vi un rostro de nadie
con la boca desencajada
en un frío seco.
Detrás de esos labios firmados con tinta
se acurrucaba desnuda una mirada de narciso.
Se retorcían sus pétalos
a cada trazo de Luna
que iba congelando sus bordes.
Arqueados sus párpados,
a juego perdido con su espalda,
se dibujaban las nubes de cieno de su frente.
Una frente
aullido sin tormenta
capaz de cruzar cualquier mar
sobre su vacío más punzante.
Levanté las manos hacia el hueco
que habitaban unas huellas
ya no tan mías
y mi sueño se enredó
en la silueta que me esperaba al otro lado
de mis pasos.
El rostro afiló sus colmillos,
guió sus pies hacia el ahora
y cayó entre nosotros
un rastro de narciso ahogado en puntos suspensivos...

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