lunes, 14 de octubre de 2013

Confesión

Una mandíbula desprendida
de su sueño
roe los restos
de un quizá.

Con dientes torcidos por la roña
cabalgan los días
a medio camino
        entre
el estupor       y       palabras huecas.

La lengua se retuerce
sobre sí misma
ante el silencio ennegrecido
por la risa de los cuervos,
haciendo intranquila la noche
desnuda de rosas en cunas con barrotes.

Las encías son pinzas
de madera carcomida
por las que el frío se adentra
atravesando los labios;
grietas intermitentes
nacen
para ser
siendo
dolor.

Vacío en la garganta,
agujero de deudas
con las madrugadas,
una colcha hecha retales
y la necesidad imperiosa
de decorar el cuerpo
con tinta roja.

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