martes, 22 de octubre de 2013

Preludio para un cóctel Molotov

Una esfera que explota en su vientre
por salir de sí misma
y abandonar el hueco de soledad
que anida en su garganta.

Esa es la Tierra                       (tan de ellos)
que reposa intranquila
sobre los hombros de pocos
y la dignidad de muchos.

Los helicópteros sobrevuelan la paciencia
de los exiliados de la libertad;
los helicópteros vigilan
con sus brazos cortantes
el movimiento predeterminado
de los surcos en las calles         (surcos de vómitos; inundación de vacío).

Arrancaron el sueño de nuestras cunas
y ya no hay más hogar
que unas manos con demasiadas cifras.

Los armarios                            (desprovistos ya de polillas)
sufren una indigestión de miedos
cuando estos solo quieren
ahorcarse con alguno
de sus monstruos.

Pienso,
las gallinas picotean el verbo
mientras las fieras
acechan sus alas
por detrás.

El mar intenta expandir su apetito
y devorar lo decadente,
ahogarlo todo entre gritos
que mezan utopías.

El sol arde cada día con más intensidad
soñando el derretir de cada papel coloreado,
feto de árboles desterrados,
hijo de oxígeno comercializado,
heredero de un futuro asesinado.

Existir
parece ser
una afirmación
un tanto dudosa
en esta pirámide de
                          moscas.

Las cuencas están llenas de nada
y el todo rueda junto a la balanza
de piedra
con la mirada ciega
de tantos cristales entre pestaña y pestaña.

Qué culpa tendrían
el gato y la liebre
de que desgajaran sus pieles
para vestir al lobo
que sonreía siempre
entre dientes.

Cuándo nacieron las arrugas,
cómo surgieron el odio y la codicia,
por qué los daños hacen madurar
cuando estos solo se rigen por el cuánto.

El dónde
está perdido
en su llanto.

El aleteo de un diminuto pájaro
abre los ojos al ocaso.

Tormentas que hieren escudos
y falacias travestidas con cruces.

Dientes de león
que transportáis vuestras bombas repletas de sueños
por el aire rebelde,
despertad del otoño,
descuartizad la escarcha del invierno,
asesinad los huesos amarillentos
con manos sin titubeos
de las sombras que se ciernen
sobre nuestro
cielo.

2 comentarios:

  1. "Los armarios (desprovistos ya de polillas)
    sufren una indigestión de miedos
    cuando estos solo quieren
    ahorcarse con alguno
    de sus monstruos."

    Brillante chica, tienes un fan.

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    1. ¡Muchísimas gracias! Ya somos admiradores recíprocos :)

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