viernes, 4 de octubre de 2013

Esperanza

Es aire
cuando duerme
sus miedos.

Sonríe con los ojos,
llora por las manos,
habla del pasado
con los puños en alto.

Huye de máscaras,
enredaderas,
barrotes de oro.

Le canta al vacío
entre sus piernas
con el amasijo de ausencias
que esconde en su pecho.

Baila desnuda entre líneas
con heridas abiertas
por donde ríos de tinta
le supuran palabras.

Esquiva las dagas del hastío,
las clava en muros de piedra,
cruza puentes de puntillas
sin temer al atardecer inexorable.

Hunde memorias
en aviones de papel
y sus comisuras se tuercen
-siempre hacia arriba-
cuando la Luna cae rendida
a sus pies.

Es amanecer
cuando mira al espejo
y agita sus huellas
para convertirlas en alas.

Es espuma que corre
por la orilla del alma
cuando se despoja de partituras sobre
la blancura
de un principio.

Aire. Aire y amanecer. Aire, amanecer
y espuma.

Fuego,
ella es fuego
que incendia
pupilas dormidas.

Un cuervo atraviesa
sus labios de leche;
ennegrecido el cuerpo,
corrupción de boca virgen.

Desilusión asesina
las amapolas entre sus garras
y escupe los pétalos
con rastro de bilis apelmazada.

Vuela ya la inerte Esperanza
en brazos del Tiempo;
dormir eterno
con la espalda cansada
apoyada sobre la curvatura
del punto final.

No
lograron
alcanzarse,
esta vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario