Quisimos otear nuestros órganos,
sacarles brillo entre tanta huella premonitoria.
Recogimos lirios con rastro de ceniza
humana
sonido de pies descalzos encerrados por la sed.
Trazamos en nuestras palmas la llama viva de un recuerdo
y no soplamos los restos
hasta que se consumió nuestra identidad marchita.
Fuimos los testigos del alzamiento de ciudades dentro de
nuestras vísceras
azules
como el cráneo de un recién nacido.
Plantamos la semilla de la utopía
pero no esperamos a que floreciera,
gritando quedo un dolor en los músculos
rojizos
vibrantes.
Tuvimos en el interior fronteras.
Tan herméticos fuimos como nuestras pupilas frente al hielo.
Quisimos otear nuestros órganos
cuando ya
no nos
perteneceríannunca más.
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