lunes, 24 de febrero de 2014

Pequeña y dulce la espina

La maceta tiene ojitos, mamá;
no duerme.
Sus hojas tientan la luz con manos inseguras
pero el cielo está ausente y no quiere jugar.
La maceta tiene cara de ovejita, mamá;
yo no puedo regarla ya.
Tiene un vestido de sombra que cubre la pelusa de su tallo,
parece que dice algo;
no la oigo desde aquí.
Me acarician sus brazos cuando le hablo
y gime bajo si aprieto mi aire en torno a su cuello.
Creo que al fin se durmió, mamá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario