domingo, 9 de febrero de 2014

Retroceder

Ahora ya no viviremos en la sed producida
por un mar de espigas.
El ayer quedó barrido de nuestras frentes,
la pulcritud máxima de un corte
sin huella animal ni humana.
Desnudos.
Con el hoy temblando de vida encima de nuestras espaldas.
Siente cómo se amalgama la respiración
con la hierba que nos tira hacia abajo:
quiere la tierra que sangremos con ella,

quiere la tierra que nazcamos de ella. 

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