Buscó dentro de mí su recuerdo de flor amarga,
hurgando entre mis costillas con pinzas de luna llena;
repletas sus sombras de atardecer.
El rastro que dejó la huella en mi cromosoma alteró el instrumento
y el contenido solo fue el aullido de mi olvido;
el insalvable hueco entre dos almas
ladraba mientras nosotros huíamos.
Nunca supimos si el cielo llegó a acariciar nuestros pies
antes de que los lobos anidaran en el interior.
El símbolo de luz bajo la X durmió.
Pero sobrevivieron los ojos más verdes y de ellos
nacieron dos narcisos.
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