martes, 16 de julio de 2013

Luna nueva

Buscar perspectivas en ojos de luna nueva,
ese mismo fue su error.
Una cruz que nació con ella,
de la mano como almas gemelas.
Cosidas con hilos negros,
de los que dejan cicatrices,
su suerte se retorcía.
Negro.
Color de anunciación,
señal,
marca.
Imborrable sentencia de firma permanente,
que sube hasta su garganta y
la asfixia.
Correr y frenar al ver muros,
de piedra y espinas,
de miedos y sombras.
La libertad huía y
ella la perseguía.
Una carrera de relevos,
en la cual las ganas y
las prisas,
junto con manos temblorosas,
se atropellan y se empujan.
Caída libre por barrancos,
por piedras que arañan,
que rompen,
que corrompen.
El suelo se desploma conforme avanza,
los pies escapan del vuelo sin alas.
Las rodillas giran,
los ojos miran,
la boca seca,
las manos arden y aprietan.
Suelo inexistente.
La Luna apareció en el cielo,
silenciosa y sempiterna,
mirándola con altanería.
El suelo avanza en caída.
Luna y ella se miran,
se miden,
se hablan en silencios prolongados.
Las estrellas se iluminan.
El cielo se torna de negro.
(como aquellos hilos)
Cae.
Se apaga.
El destino existió para ella y
fue más ambicioso que su alma.

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