viernes, 19 de julio de 2013

¿Presión y Atracción?

La gravedad es el peor invento que la naturaleza ha podido crear, ¿no creen? Los niños tropiezan debido a sus todavía torpes pies y se caen, provocando un llanto que solo un helado puede apagar (esto me hace pensar que el heladero es un compinche de la gravedad y que, por ello, siempre disfruta vendiendo dulces irresistibles a niños magullados). Además, llega un momento en el que el cuerpo se dilata de tal forma que parece una larga sábana pero, sin previo aviso, se encoge de nuevo y se queda todo hecho un pergamino (en las arrugas de muchos ancianos podría leerse hasta en braille, lo prometo). Por otra parte, queda esa frustración de las mujeres al ver cómo sus pechos y su trasero van cayendo con el paso del tiempo, lo que hace que las más pudientes se estiren la piel hasta tal punto que no se les entienden cuando hablan (una vez confundí un "hasta mañana" con un "puta faja", ¿increíble o no?).
No obstante, el juego más retorcido de la gravedad podría verse en el hecho de que esta puede hacer caer todo tipo de objeto o cuerpo y unirlo de forma precipitada con otro (el suelo, la mesa, la encimera o el retrete), pero lo que no suele hacer es empujar a dos personas que se atraen. Es como si la gravedad y la fuerza que ejercen los imanes se repelieran, probablemente por un malentendido con ellas en el pasado que ahora los humanos debemos sufrir. El caso es, créanme, que dos personas que se quieren caer para no levantarse jamás, no suelen conseguirlo según diversas estadíticas, las cuales ahora muestran un mayor número de solteros desperdigados por este insólito mundo.
También podría decir que pertenezco a esa estadística (sí, sí... En el lugar de los que aún están de pie y enteritos) y que en cuestión de suerte en el amor me gustaría aclarar que se me da muy bien el juego (tan bien que parece una burla hacia todos aquellos que se empeñan por ganar un premio o triunfar en un concurso). Mis logros en ese terreno son varios y notorios, así como casuales y furtivos. Desde luego, en ese ámbito existen las casualidades y juraría que, en más de una ocasión, parece que lo hago por arte de magia.
Por desgracia, la magia no tiene el mismo efecto en las personas. Los conjuros que lanzo son esquivados por sus escudos y se difuminan en sus pieles hasta desaparecer (muy extraño...). Recuerdo que una vez intenté hechizar a un apuesto joven de apariencia bohemia pero nada, que la magia me funciona mejor en el juego.
En definitiva, probaré suerte y probaré, hasta que la gravedad y la fuerza magnética se reconcilien y, quién sabe, se enamoren, pues "afortunada en el juego, desafortunada en amores".

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