lunes, 8 de julio de 2013

Involución

Alma en pena profunda e insondable luto por cabezas huecas que vienen a la vida. Incuestionables las razones para vestir oscuro y mirar cabizbajo a los hombres.
De costumbre en costumbre y de intolerancia en intolerancia van creciendo y ya su conversión en borregos será inevitable. Masas de ricachones manejan el mundo, reino de labios envejecidos de lenguas viperinas y salibosas, de grandes verdes son recubiertos sus bolsillos y sus dedos decorados de oro se mueven burlones al manipular la oquedad y hacerla suya, recaudando hombres que serán transformados en tonos de grises y azules y negros, colores oscuros y fríos que no hacen por retorcerse entre las garras del poder.
Pasividad ante la vida, cuestiones que no llegan a salir de la garganta pues el cerebro se atrofia por el paso del tiempo y su deshuso. Depreciación de la sociedad no por su uso, sino por su falta de lucha o empatía, por su carencia de logros o diálogos, por la ausencia de integridad y evolución. Ausencia. Carencia. Falta. Se echa en falta la responsabilidad y la utilidad de la mente, mecanismo imprescindible para formar pensamientos y convertirlos en hechos, pieza única para alcanzar metas y respetar al vecino, engranaje que da vueltas no por inercia sino por la fuerza de los razonamientos.
Echar de más las tradiciones que esclavizan la condición de ser humano, que clavan puñales a madre Naturaleza en su costado una y otra vez, dejando a su paso senderos de sangre noble derramada de forma injusta.
Pocos son libres, muy reducido el número de hombres. Abundan los robots, los hombres instrumentados que cumplen la función que el poder les impone. Echar de menos ojos sinceros, espíritus fuertes y entereza en la mente.
Ojos vendados por la poca capacidad de dudar, por la atrofiada experiencia en ser autosuficientes. Complejo de Poncio Pilatos y Judas Iscariote. Traición al hombre y a los seres que lo rodean. El mayor error, creerse dueño de la vida y la muerte. El peor logro, creerse libre cuando la mente es manejada por la cúspide. Incógnita, ¿será capaz de querer romper las cadenas?

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