Veo caras en el techo.
Allá, junto a la luz que sangran las bombillas.
Sonríen
sus dientes al verme
a mí también.
Yo les hablo de mis espinas.
Ellas lloran
y se vuelven del revés,
formando globos oculares nostálgicos.
Me llueven.
Son caras hipocondríacas.
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