martes, 28 de enero de 2014

Un balcón apoyado en una escalera.
Un balcón sin sombra que maldice los sanitarios
sucios
amarillos
como los humanos.

Quizá la tierra sea débil porque la azotamos con el látex de nuestras cadenas.
Quizá usamos cremalleras para ocultar la fealdad de las miradas.

Un balcón devorando un ciervo.
Un balcón sin sombra que desea alcanzar el horizonte con su frente
sucia
amarilla
como los sanitarios.

Resulta el dolor de la ciudad.
Es la escalera una huérfana de luz.

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