domingo, 7 de abril de 2013

Ave Fénix

Pobre melodía. Se agrietaron sus movimientos en mitad del minué y sus forjadas notas se deshilacharon, manchando el suelo con la tinta negra con la que había sido escrita.
De esos charcos espesos y uniformes, se alzaron finos pies de bailarina que se pusieron de puntillas recordando a la Taglioni. Un auténtico cisne negro, quién lo diría, había nacido en mitad del compás de aquel antro de vanas esperanzas.
Resurgiendo de sus cenizas como el ave Fénix, el cisne desplegó sus alas para levantar el vuelo y, haciendo gala de su gracioso cuerpo, se dejó llevar al cielo, este de un azul osadamente placentero, desafiando a aquellos que creyeron que los mortales no podían volar.

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