martes, 2 de abril de 2013

Veneno letal.

Lengua de fina aguja tienes. Enervando mi espíritu hasta enterrarlo bajo la cólera. Cuchilla de plata que lanza llamaradas de palabras. Sin escudo tras el cual protegerme, tus frases van picoteando mi piel, haciendo de ella algo parecido a un tablero de ajedrez en el que muere hasta la última reina. Sombras y suicidios de peones cuando estás. Resucitan todos cuando das la vuelta a tu mirada. Siempre en el centro de la diana me sitúas y todo tú te concentras para escupir flechas en el lugar certero. Me atraviesas los huesos hasta llegar a mis sueños, rompiéndolos y sepultándolos con el polvo de mis miedos. Cuando te aburre hacer budú, tus ojos vagan por otros mundos buscando nuevos métodos de tortura. Continúan su búsqueda siguiendo tu brújula de sangre y terror hasta encontrar el veneno letal que siempre anhelaste incluir en tu colección: el abandono. Fue entonces cuando declaraste en ruinas mi cuerpo y desahuciaste mi corazón. Entre mis costillas, las arañas tejen sus más hermosas telas de transparente sufrimiento.

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