Siempre creí que con las sombras jugaban las manos marchitas de los sueños que se quedaron desperdigados por el camino. Trozos oscuros de realidad que se congelan en objetos, difuminando el caos y haciéndolo más nítido, porque lo real no es solo todo aquello que percibimos, no es todo lo reflejado por la luz.
Hay seres bañados en negrura, seres repletos de serrín y otros en los que anidan golondrinas de vuelo bajo y rápido. Todos ellos se refugian en tras muros de ladrillos sólidos y se hacen creer que la vida es estática porque los sueños se fueron junto con la primavera de sus vidas.
Gris sobre más gris y negro sobre negro, se ahoga el blanco entre tanta sombra y entre tanta esperanza callada de las masas que van y vienen por las calles sin nombre; que van y vienen por los recobecos de afiladas aceras, dando tumbos cual borrachos de miedo.
Los sueños se esconden en los seres que los piensan, refugiándose en pequeños huecos de trasluz para así intentar calentar sus espaldas desprovistas de capas doradas.
Ya de nada les sirve ser brillantes pues nadie los recuerda. Esos niños que antaño suspiraban por ser personas y esos jóvenes que gritaban por la libertad se fueron hace mucho, abandonando viejas metas que hoy permanecen desdibujadas en el terreno árido de sus corazones.
Una masa compacta de hombres negros se acerca cada vez más y ella intenta huir. Aquella joven de dieciocho años es perseguida por esas personas sin miradas brillantes, sin marca de identidad, sin ideales ni principios. Sus pasos tiemblan y se van hundiendo en la nada conforme intenta recordarse a sí misma. La muchedumbre la acecha en cada cruce, en cada casa, en cada voz y en cada tierra. Está condenada a fundirse entre ellos y olvidarse de todo. Condenada cual cerdo a la hora que nace, porque ella también sabía que le llegaría su San Martín, pero no tan pronto.
El silencio se hace cada vez más fuerte y las sombras comienzan a reclamar sus sueños para hacerlos suyos. Ella se resiste e intenta aferrarlos con sus dedos cada vez más maduros, cada vez menos suyos. Tira y afloja.
Se cayó de la cuerda floja y la masa la devoró. Todo vuelve a ser negro y gris, y gris y más negro. Nadie consigue escapar de su destino, ni siquiera los soñadores.
jueves, 25 de abril de 2013
Bienvenido al mundo de los adultos.
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