martes, 9 de septiembre de 2014

El eterno espejo

Ojo y alma alineados contra las estatuas
que fueron hechas para resaltar nuestras deformidades,
pero entonces he ahí el ínfimo aleteo de David entre sus muslos
y ya nadie me señala en la cicatriz ni en la llaga
porque el templo se ha desplomado sin llantos,
solo resuena el canto de los dedos aplicando filtros
a nuestras bellas crisálidas.

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