martes, 9 de septiembre de 2014

Abeja reina abeja muerta

Tienes en el alma un enjambre blanco
de armas silenciadas.
Veo a través de tu piel
la niebla te compone como si las flores
ya no fueran suficientes.
Flores para un cadáver de cieno,
una cascada repleta de ojos como agujas
señalando hacia ninguna parte.
Entornas la mirada y te ves desde dentro:
una ciudad derruida por los cañones del hastío,
las cenizas y la escarcha.
Tienes entre las costillas el reflejo del insomnio,
la boca de marfil,
todos los animales que soñaste.
Tu cabeza se inclinará frente al Hambre
y la sangre llorará tu ausencia.
Pero no huyas de ti,
eres el arma última de tu especie.

2 comentarios:

  1. Bonito poema Laura. A lo mejor esa persona de la que hablas estudia oposiciones para animal extinto, como hicieron los dodos o los locos de los años veinte. O a lo mejor es que tiene vocación de niebla y prefiere usar la última bala de su alma para convertirse en fantasma. Me quedo leyendo y descubriendo impresionado tu poesía. Saludos.

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    1. Encantada de recibir tus palabras y de que sigas leyéndome. Un placer. Saludos.

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