lunes, 23 de septiembre de 2013

Demasiado invierno

La legitimidad de riego
de labios estivales
radica en la necesidad
de ser florecido
por elementos más incandescentes
que el propio Sol.
Un cuello enterrado en arena mojada
luchará siempre por el derecho
a ser escuchado
por las olas del mar.
Los ojos ciegos del cristal blindado
permanecen cerrados
para ocultar su fealdad
al resto de insectos que emigran
a pies
donde no ser pisados.
Las frentes hundidas del cielo
son habitadas por nubes desahuciadas
de su rincón inamovible;
ángeles sin alas
pasean por una corteza
de pan seco.
Hasta las hojas
(papeles sin palabras,
tierra yerma,
venas disecadas)
gritarán por despertar a la primavera
de su letargo demasiado prolongado.

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