viernes, 20 de septiembre de 2013

Esquivo

La pesada mano de la aurora
aplasta moscas con firmes
uñas afiladas.

Las moscas rehúsan arrodillarse
de pies a cuello
frente a la furia
sideral
de la carnes doradas.

Pieles que se amalgaman
con las palabras,
palabras que se reflejan
en pupilas a fuego y hielo.

Un enjambre de escombros
sepulta el pasado;
las alas de un pájaro
se desprenden de las plumas,
dejando solo músculos,
venas, huesos,
al descubierto.

Se desnudan las cabezas
y los sesos se sacan brillo
luchando contra la lluvia de arena
que amenaza con devorarles.

Las farolas se desestabilizan
con el tronar de los parpadeos atónitos
ante la sangre
que no deja de brotar.

Aceras semioscuras,
de sombras afiladas inundadas;
aceras temerosas,
de suelos y picos repletas;
aceras que silencian
las manecillas todopoderosas.

Las formas solo renacen
cuando consiguen esquivar
a la retina.

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