domingo, 1 de septiembre de 2013

Lumínicos

Sangrando en cada verso
gajos de espuma sólida,
entrante del almuerzo
en el cielo
de la boca.
Supurando emociones
a tras luz
que confunden cortinas
con manos presurosas
en búsqueda de
otro cuerpo
donde quedarse a dormir.
Peaje de besos a pagar
y abrazos que levantan
vallas que no van
ni dejan ir.
Las heridas de par en par
en el pecho se contorsionan
con las alas mojadas por gotas
de pesadumbre
que no alumbra
ni emana.
Los dedos atraviesan
campos de (des)concentración
en los cuales los sueños son
gaseados
por ejércitos de ladrillo
y en fosa común
las utopías
perecen
a la intemperie de los
carroñeros.
Las lenguas contemplan la
escena
temerosas de secarse
con las arenas de la travesía
entre viento
y metal.
La Luna las mira
con ojos de plata fundida
sin ganarle el pulso
al insomnio,
guerrero de hacha
inflexible al tiempo.
Por carreteras huracanadas
combustionan las manos
como cometas de estaño.
Huérfanas de techo,
de mapas,
de sombras,
pero con el alma henchida
en ardor estival de nevada.
Las avalanchas no las alcanzan,
sus anticuerpos se manifiestan en
huellas que desprenden
ríos de magma.
Todo lo empapan con el empeño
de un corazón apresurado
por cazar las letras que vuelan
por lenguas libertarias.
El pasto seco
se prende con la fugacidad
de dos pares de extremidades que
se miran
sobre el reflejo del andén oxidado
de una estación
avocada al olvido.
La esperanza de encajar
reduce la nada
a abismos de coral quebrado,
se tallan raíces desenredadas
en las palmas,
se trazan líneas
más largas.
Las palabras son prescinbles
cuando los moribundos
se topan con razones suficientes
como para no transformarse
en cuerdos esclavos
de sus miedos.
El eco de un soneto
barre las bóvedas de polvo
en suspensión.
Las hojas enfermas de otoño
sonríen.
Las habitaciones quedan supeditadas
a dos sexos
en son de guerra enlazada.
Los relojes de sol
son retados a duelo
al alba.
Y la noche se despertó despedazada
por la cera
de sus velas
sabor
a luminiscencia
eterna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario