Lo abyecto de flotar sobre la hierba
ante ojos sellados por el hastío.
El vil desfile de los pájaros
frente a los barrotes que lloran
lágrimas fugitivas;
ríos sepultados,
cavernas profundas.
Las montañas encierran en sus garras
el irrompible sepulcro de honda serenidad
que poseen los tronos
-aún calientes-
con posaderas
no tan divinas.
Un canto recorre las venas:
aridez empapada
de aura eléctrica.
El planeta Tierra
es un círculo incesante
de puños que intentan
desmayarse sobre mesas ardientes.
Intento continuo
de escapada;
la sangre quiere hablar
en latidos rotundos.
Búsqueda de la herida
en la piel ajena;
disección de miradas
que no
regresan.
Fugitivos los árboles caducos
de las hojas reinas.
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