viernes, 23 de agosto de 2013

Atlántida embotellada

Las ventanas entre tus piernas
siempre llevarán por cortinas
bandera pirata
que roba razones
y asfixia temblores.
Con vistas hacia la mar bravía
que brama
entre los rompeolas
que se alzan como cimientos
que arrancan
de raíz
el viento
que renace por las piedras
en tu orilla.
Un atardecer de naranja esperanza
se ríe encima de tu barbilla
y se rompe la luz
en dientes
que devoran tristezas.
La espuma que se evapora
y chasquea
como brasas evanescentes,
se entrelaza en tus manos
que la acaricia
con piel de centinela,
que vigila noches
en vela
permanente
a través de telas
como túneles
de caleidoscopios.
Luces profundas
las de tus ojos
que
como dos luciérnagas
van trazando arcos
en tu cielo.
Ojos
como estanques
en los cuales los buzos
imploran por explorar
los hondos secretos
que esconden
bajo los corales
de pestañas
que los tapan
cuando duermes.
Ruges en silencio
creando burbujas
que levantan el vuelo
hacia la bóveda celeste
que recubre las ciudades
de cartón piedra.
Enigmático hechizo
que despiertas entre los mortales,
los cuales te siguen
en penitencia amada
hacia todos los bares
por los que te derramas.
Eres como la Atlántida:
surgido entre ondeantes
días
que giran a tu alrededor
serpenteantes
y se alzan hacia tu boca
para beberte la existencia
a sorbos lentos.
Y las ventanas se cierran,
el reloj se cae de la pared,
y ya nada
tiene sentido.

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