lunes, 26 de agosto de 2013

Descorchados y burbujeantes

El incienso es rojo
cuando se posa
en tu frente.
El alba se atrinchera
en tus pupilas
para desayunar(te)
entre las sábanas.
Tus manos aletean
sobre el piano de mi vientre
y un terremoto
desestabiliza
mis múltiples sentidos
felinos.
Bruma de ardor
en gargantas
propias y ajenas
que cantan con deseo
de fusionarse.
La ecuación es certera
cuando los límites tienden
a más infinito.
Te descalzas
en mitad de la sonata
para recitarme al oído
que vas a desnudar(te)me,
que te pinte la espalda
de yemas ennegrecidas
por el estupor,
que vas a ducharte(me)
mientras me balanceo
con cabeza en precipicio
y pies de trigo
molido.
El suelo se mimetiza
con las carnes vaporizadas
y la atmósfera es
polvo de cristal.
Se retuerce el reloj de arena
con el calor
de un par de astros
que ronronean en la distancia
del minutero.
Saltando sobre baldosas movedizas
sin pisar las líneas fronterizas
se unen los labios
untados de mantequilla.
El tostador expulsa el pan
crujiente.
El café hierve
en el microondas.
Tormenta eléctrica
sobre muelles
descorchados
y burbujeantes.

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