jueves, 22 de agosto de 2013

Reflejo

Espejo,
charco de agua que captura las faldas
de las niñas que van al colegio.
Pieza de cosmos
que fotografía retazos de seres
movidos por cuerdas de grueso polvo de estrella.
Afilada espada
que se hunde en yugulares de creencias
que se ahorcan con las dudas.
El miedo y el poder de Caín
ante la muerte de Abel.
Un cuento de brujas
con escobas a propulsión
que llevan a Ningunaparte.
Batalla de sordomudos
que intentan comunicarse
mediante dibujos en sus cuerpos.
El instrumento que Dios creó
para hacernos rezar
por salvar nuestras almas.
Una caverna que se ilumina
con cada bostezo
y se enreda en nuestros cerebros
detrás de las cuencas de los ojos.
Intentar mirarse al espejo
y no caer en la locura
es misión suicida,
porque es el fantasma de nuestro pasado
y la alcoba de nuestro futuro.
Asomarse al vacío
y arrancar la nada a arañazos
que hacen sangrar las uñas de nuestras bocas
desencajadas
ante la imagen de nuestras ropas
en ese armario que se retuerce
entre maderas de árboles que fueron cortados
y quemados
como los humanos
cuando reptan
detrás de sus vidas.

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