sábado, 24 de agosto de 2013

Humo de volcán

Dicen que la vida asfixia
y apelmaza a las libélulas
en copos de nieve.
Parlotean a sollozos
los lánguidos granos
de arena
cuando ven al agua
sorber con lentitud
su esencia de cristal.
Que el tiempo es la metralla
de los condenados a olvidar
instantes
subidos a columpios
y ropas sucias
de barro
frío.
Las bocas se secan
con bordes de palabras
que por inercia
caen al vacío
sin ser escupidas.
Las manos acarician mesas
de astillosa madera
que sube por las huellas
como enredaderas.
Los pies se hunden en las brasas
de los pecados
nunca cometidos.
Y los ojos,
puertas entreabiertas
que desembocan
en enigmas,
se tropiezan con abismos
de gritos ahogados
gargantas con nudos de fieltro
para morir en cuencas
de ríos secos.
Dicen que la vida asfixia
pero, en realidad,
son los humos
de volcán
que nos rodean
y nos enredan
llevándonos hacia el filo
de acantilados
repletos de rocas
que hieren la piel.

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