jueves, 29 de agosto de 2013

En penumbra

El cuerpo de medio lado
tumbado
indefenso
brilla por la luz
que se deja caer
por las rendijas
de pestañeos laterales.
Escapan las manos de la tierra
cabalgando entre el cielo
y el fuego.
Suspensión
sobre el aire los brazos
algodonados,
orfebres que forjan
arabescos
en mejillas silvestres.
Pistilos que se arrojan
al vacío del vientre
ascienden
estallan
con el oleaje de aguas en escarcha.
Colibríes
abejas
polinizan yemas que se retuercen
como laberintos
indescifrables roces
de telas holgadas.
Distorsión de garganta,
flauta oculta
sendero despejado
río abajo.
Sucinta barba
espigas en ella se mantienen
entre amapolas,
sus labios.
Siseos de dientes
que se redondean con los
suspiros
inocentes
frágiles
cristal.
Latidos inexpresivos
que se ocultan de la escena
en mitad del pecho
callado
y goteado.
Se refrigera la cabeza,
alfiler contorsionista
con botón de nácar
que gira
cuando se abrocha.
Circuitos eléctricos en ella
florecen y se activan,
alerta felina,
para saltar si se precisa
con piernas
muelles
enroscados
a la deriva.
La frente es una pista de hielo
fundido
cuando se besa
con boca despistada,
calma.
Comisuras como breves comillas
que enmarcan
una cita imborrable,
gestos
suaves
de luna llena.
Retinas empapadas por
lagrimales sedados
se inquietan en cuencas sedientas,
rebotan en el sueño
como canicas.
Un conducto,
bóveda de porcelana,
erecto:
nariz inservible
en reposo,
la boca roba protagonismo.
Filtración de inspiraciones
códigos cifrados,
expiraciones.
Plantas de pies
reclaman riego
cuando el sol
abrasa el trigo.
Escozor en el inconsciente.
Se cierran ventanas.
Apertura de compuertas.
Resucita el inerte
de su ensueño
perdido.
Buenos
días.

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