miércoles, 14 de agosto de 2013

Víboras

Ojos que escupen veneno en cada parpadeo
jadeantes de tanto odio acumulado.
Bocas que suspiran rencores
y sueños astillados en labios feroces.
Manos que palpitan con el empuje de la sangre
tras la piel oscura y escamosa.
Existen víboras con disfraz de humano
que reptan por la tierra sobre dos patas.
Saben que de la traición reviven
y con brincos la llevan a cabo.
Puñales ensangrentados,
pistolas sin cartuchos suficientes,
espadas escarlatas
que brillan bajo sus ojos
amarillos y acechantes
con sed de espíritus puros
que tiemblan con el roce del amor.
El amor.
Sentimiento desconocido para las víboras
frías y sin alma
que devoran y destripan
con sus afilados colmillos
cargados de palabras cortantes
que arrancan y despedazan,
pero dejando reductos de ser
que son indestructibles:
el corazón, el hálito, el alma.
La luz cega a la oscuridad
dejándola en un rincón
mientras se tapa los ojos
para no ver
aquello que cosería sus ojos y su boca
para siempre:
el mal podrá corromper y destruir,
pero el amor es la horma de su zapato.

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