martes, 13 de agosto de 2013

El mito: lo imposible

Lo imposible es la mayor de las mentiras.
Un cuento de brujas creado por adultos
para evitar que los soñadores
toquen el cielo con las yemas de sus dedos.

Lo imposible es la ceguera
de los que no osan ver la realidad,
pues les parece demasiado extensa
como para recorrerla con sus pies.

No hay pasos que no abarquen el mundo,
no hay suspiros que no provoquen huracanes,
que enreden los miedos
y los absorban,
arrastrándolos hasta las malezas de espinas
donde permanecerán,
enterrados,
hasta que nuestras alas se liberen.

Lo imposible no es más que un temor infundido,
el hombre del saco,
el laberinto del fauno,
un político justo.

Es un paraguas con agujeros,
el petróleo que penetra en nuestros pulmones,
un beso de despedida,
tres puntos suspensivos.

Lo imposible es un nube
que se posa en nuestras frentes
en esos días
en los que no hay fuerzas suficientes
como para levantar los puños.

Pero es solo eso.
Es.
Solo.
Un momento.
Un instante.
Un pliegue en la eternidad,
esa alfombra mágica en la que volamos
creyéndonos finitos.

Pero todo eso
puede ser destruido.
Todos los engaños que nos hicieron creen
para hacernos menos fuertes
y más niños
pueden ser borrados del mapa
con las gomas que coronan nuestros lápices,
aquellos que trazan líneas
(valientes y afiladas)
que salen de nuestros posibles corazones.

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