jueves, 22 de agosto de 2013

La oruga humana con sordoceguera crónica

Tu maniobra de evasión perfecta
ante el amor
es echarte la manta a la cabeza
y como un condenado
correr y gritar por el pasillo interior
mientras se te vuela la tapa de la cabeza
entre llamaradas de incoherencias.
Es genético eso de ver parejas
y morir del asco entre las aceras
para después resucitar con el café
amargo
como tu vida inerte.
Las piedras tienen más emociones
entre los dedos
que tú.
Y es lógico que sientas
que no sientes nada
cuando te pellizcas
o te pegas
o te rajas.
Horchata en las venas
y cara de cobaya.
Cobarde como las ratas
ante los charcos de esperanza.
Un insecto que envidia a las moscas
que retan a las gentes
en impaciencia.
Un cachorro que no mama
pero llora bien fuerte
porque no sabe lo que quiere.
¿Quién eres?
¿A dónde coño vas
sin amor
y con armadura?
¿Por qué renunciaste a vivir
en esta selva urbana
que amanece cada día
con el ruido gris
de los cláxones?
Pobre hiena que se ríe frente al espejo,
que no entiende
y no quiere razonar.
Inhumano que llegó a la tierra
en una nave hecha de arena
con la misión estúpida
de huir de la vida
sumando idas y venidas
entre la Tierra
y su cama.
Siempre te quedarás en capullo
porque las crisálidas
no son lo tuyo.

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