viernes, 16 de agosto de 2013

Reflexión.

Y ahora es cuando reflexiono
y me doy cuenta de que la vida
se resume en dejar ir y seguir.
Es una casa con un televisor encendido
que parlotea como un loro
encerrado en una jaula.
Un loro que absorve energía
y adormece a las masas.
La vida roba gritos desde el primer segundo,
cuando nos hallamos boca abajo
cogidos en volandas por los pies
entre las manos de un bata blanca.
Es una amante caprichosa
que chantajea para que le regalen
cada diamante que ve en los escaparates,
amenazando con irse
y cerrar de un portazo las cuentas bancarias.
Es como las aves pasajeras
que van dejando nidos
en los corazones de las gentes,
los cuales protegen huevos
que eclosionan
liberando anclas que arrancan la piel.
Pero esas aves emigran
y nos dejan rotos por dentro.
Despojos y arapos que revisten los sentimientos.
Es un barco
que navega a la deriva de nuestros pasos
y se adentra por los caminos
llenos de monstruos
de nuestro inconsciente.
Un sobresalto en la noche,
un paro cardíaco,
el aleteo de una mariposa,
un huracán en acción.
La vida se nos presenta
al otro lado del ring,
buscando la forma
de encajarnos sus nudillos
en nuestras mandíbulas.
Es hora de que el tiempo
se ponga de nuestro lado
y nos lleve de la mano
por calles en calma
y llenas de agua
donde ahogarnos
cuando los vasos
estén demasiado llenos
como para salir a nado.

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