martes, 27 de agosto de 2013

Leones que desnudan

A veces te miro y veo
a un león cojo
que busca las muletas
en mis brazos.
Otras veces, solo eres un
camaleón
que juega al escondite con los
insectos
que te vigilan de reojo.
Te siento en penumbra cuando
de tu frente
cae nieve
y las velas se apagan
con el deshojar de tus pestañas.
Hay días en los que no hablas por miedo
a despertar de tus sueños
y piensas
que los rincones son hogar
de cartas sin destinatario.
Pero cuando te posas con rodillas
de hierro
en las sábanas,
inundando(me) con tu lengua
las colinas sin nombre
y cogiendo mis manos entre
tus garras de nube,
cuando todos tus volcanes entran
en erupción
calcinando zapatos
y fronteras,
cuando baila la dinamita
en tu cuello,
eres un pájaro de barro que
moldeo con los besos que te voy grabando
con mis aguas
mientras trazas arcos
en mi cielo azul
congelado.
Kamikaze,
te arrojas a mis precipicios
buscando ecos perdidos
en los callejones
de la avenida Melancolía,
donde existo.
Y es entonces cuando
a veces te miro,
me miras,
nos miramos
como dos tontos que caen
de bruces
en la certeza:
los leones tienen colmillos
para desnudar
milagros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario