Las tardes se amontonan bajo sacos de cal
y se van erosionando creando agujeros
por donde escapan las ganas.
Las hojas se van tostando
y sus venas se solidifican sin dejar pasar la vid
de la vida.
Las nubes no tienen fuerzas ya
para hincharse o insuflarse gas
y se vacían y se marchan.
El cielo es solo un montón de agua
donde se hunden barcos de papel
y peces con alas.
Las agujas del reloj se vuelven bulímicas
y vomitan instantes congelados y rebozados
en el aceite que engrasa su maquinaria.
De repente explota la memoria
y las fotos inundan la casa
ahora vacía
y destripada.
Cuando saliste por la puerta de entrada
cometiste el error de mirar tras tu espalda,
verme en los ojos la tristeza
y los gritos ahogados.
Las gargantas se quebraron
los pies aceleraron
y se cerró la tijera sobre los hilos
que nos suspendían
como si hubiéramos alcanzado el nirvana.
Las tardes se siguen amontonando
hoy
ayer.
Pero mañana las forzaré a mudarse
al desván
por mucho que deseen echar raíces en mi pecho.
Es hora de desahuciar sentimientos.
martes, 20 de agosto de 2013
Desahucio de sentimientos
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