lunes, 26 de agosto de 2013

Mendigos del azar

Reinas de papel
que se empapan de treces
puntiagudos
que rajan sus medias
de Estrella Polar.
Gatos con abrigos negros
y la intención de disparar
maullidos
contra la cara oculta
de la Luna.
Pupilas amarillas
que iluminan carteles
de teatros recién nacidos.
Lluvia de cristales
sobre escaleras
de piernas infinitas
y siempre abiertas.
Espejos opacos
de media noche
que sepultan sombras.
Manos dilatadas
en "síes"
y preguntas a punta
de navaja.
Apuestas a cara o cruz.
Barajas marcadas
que se adentran en cráneos
golpeados por puños
de oro.
Se pasea la Suerte
taconeando
por Lavapiés
con el eco atado a sus muslos
y las miradas
incrustadas
en anillos de pestañas.
Se pierde con brújula
precipitada
por Madrid
para beberse la espuma
de las barras
con cuentas pendientes.
En un tapete verde
se marca un streptease
y los borrachos levantan
sus frentes
con intención de devorarla.
Se acercan.
La tocan.
Los billetes vuelan.
Las fichas follan.
La saliva se corta.
Se tocan.
Torbellino de manos
ensangrentadas
de codicia.
La Suerte los pisotea
con sus tacones
de aguja envenenada.
El Sol clava sus uñas
en el asfalto.
La ve
ondear su falda
pidiendo guerras
a deshoras.
Lo ve
encendido
con espalda arqueada.
Se ven.
Ella
huye de sus garras
lanzando polvora
de sus ojos.
Él
al borde
de un ataque de celos
la persigue
recortando las esquinas.
Las botellas se desploman.
Huele a café.
Disparos.
Tiroteo entre cadáveres
con hedor a cerveza anónima.
Bala perdida.
Rebota en farola.
Choca con espejos opacos
enmarcados en escaleras indiscretas
que besan el polvo de cristal
mientras un teatro arde
bajo la atenta mirada
de dos gatos de grafito
a los pies de niñas
tatuadas de treces.
La Mala Suerte cruzaba
el paso de cebra.
Muere
con metal en los labios.
La mañana da a luz
a un nuevo día
con canicas en las aceras,
sangre negra
galopando sobre los
mendigos del azar.
Lejos
el Sol tiñe los cabellos
de la Suerte
con susurros
de espadas.

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