domingo, 11 de agosto de 2013

Abrigo

Me dispuse a ensombrecer
todo aquello que había resplandecido
días y días
durante todos mis siglos,
y me adentré
impasible
en las cavidades que llevan
hacia la desesperación.
Con los puños cerrados
y apretados
iba caminando,
oyendo un eco
que me respondía
al compás de cada pisada.
Me decía realidades:
"eres una cobarde que huye
en vez de enfrentarse a sus fantasmas."
Y tenía razón aquella voz
que rebotaba en las paredes de mi memoria,
pero cabizbaja
seguí
y no paré
hasta hallar el acceso,
la puerta de entrada,
la artería principal
de ese camino sin vuelta atrás.

Una sonrisa cruzó la línea
que me separaba de ese agujero negro
que absorbe almas,
y se quedó ahí
frente a mí
contemplando como se dilataban
mis pupilas
al ver tanta genuidad junta
en solo un corazón.

Jode pensar que solo una persona
puede hacer que todos mis planes
se tambaleen
como un castillo de naipes
en mitad del viento.
Pero reconforta
mirarse a una misma
y comparar
la mirada vacía de antaño
con las chispas de neón de hoy.

He conseguido el abrigo
que andaba buscando
en aquel lluvioso verano.

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