viernes, 2 de agosto de 2013

Mañana.

Vivo en un mundo fraccionado,
matemático,
jerárquico.
Donde el rey es el verdugo
y las víctimas,
los hambrientos.
Una cápsula azul que flota,
sin compañía alguna,
entre planetas
y en el cual
las estrellas se codean con la esfera,
ambiciosas.
Los muros pueden verse desde los satélites,
de metal inerte.
Fronteras que separan,
escuecen
y arrancan
llantos incesantes
de niños con moscas.
Los ojos no saben que no ven,
la lengua no percibe,
las manos ya no tocan,
el oído todo lo transfigura,
la nariz solo huele excrementos.
Sienten que no sienten.
Nada.
Ásperos seres que pululan
por la corteza terrestre,
desde que nacen
hasta que mueren,
sin nada más que recuerdos
anclados a sus pies.
Tiran del carro de oro unos críos,
saquitos de huesos y pellejos,
raquítica esperanza,
hambruna de sueños.
Don Pimpollo se atusa el bigote,
alarga el brazo
y desata el latigo,
descargando contra los pequeños su poder.
Un perro pulgoso aúlla en la penumbra
(las pulgas no se ponen ya las botas).
Un río de lágrimas secas inunda espíritus
sin ánima
que se arrastran
por el suelo agrietado
en busca de alguna miga de pan.
Pero a don Pimpollo nada de esto le concierne.
Su traje de etiqueta,
su anteojo,
su pajarita,
su sombrero de copa.
Ese es su mundo
y sus bolsillos,
su única ley.
La justicia es una mujer ciega
que sujeta una balanza
que bien torcida está ahora,
cuando una moneda pesa más que una persona.
Un vida por una cifra.
Todo es número.
La bolsa echa humo
al igual que los pulmones
de madres que trabajan
con sus hijos a la espalda.
Y el dólar sube como la espuma
que expulsan las bocas
de los que ganan la pasta.
De escalones se trata
y escalarlos
la vida cuesta.
La vida
lejana
de los hombres
sin aura.
De los sueños
que se amargan.
De las noches
en vela.
Y de las gargantas
que ya no maman.
Pero al tercer día
todo cambiará,
y el pueblo
y su espíritu,
resucitarán.
Porque cuando de injusticia se trata,
al final,
el que porta la hoz la ejecuta,
y su cabeza avariciosa rodará
junto con la de don Pimpollo.
Una mañana,
el Sol saldrá
para no ocultarse
jamás
y no habrá marcha atrás.

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