sábado, 3 de agosto de 2013

Te llamaban

Tienes un noséqué de fugaz
que recuerda el caer de las hojas en otoño,
agarradas
de puntillas
por los brazos de su amado árbol.
Tienes algo que parece que tintinea
con el eco del viento
que se retuerce entre las plantas.
Magia que rueda desnuda por la alfombra
y vuela con el murmullo de las estrellas,
y gira y da vueltas
como una espiral morada,
terminando en el centro de una nebulosa
blanda y humeante
de olor a canela.
Un quizávuelvamañana que inquieta
y evoca miedos del pasado,
trayéndolos bajo las camas
para que se reconcilien con nuestros monstruos.
Una pizca de sal en los dedos
que roza y escuece,
dejando marcas que hielan
en noches de primavera.
El amarillo corretea por tu iris
y las serpientes se encantan,
danzando a tus pies
duros y firmes
como raíces.
Silencio que mata y serena,
ruido que enerva y activa,
en tu garganta luchan los gatos
por una raspa de pescado.
Es un abrigocontraelfrío que se posa en mi espalda
para acariciar mis costillas
congeladas de tanta lluvia interna
que amenaza por desbordarse del cauce de mi vida.
Y el fuego se apaga
y la coreografía de las nubes cesa,
dando paso a otros cielos
de oros y cobres
que reflejan la luz que abandona tu pelo
para residir junto a los ángeles
que nos sonríen desde el cielo.
Tienes un noséqué que mata y resucita
hasta al más ateo de los mortales,
hasta al más inmortal de los creyentes.
Tienes una guadaña en las manos
con la que sesgas rencores,
tristezas
y pesadillas,
y en tu reino de rojos
reposan las cabecitas de las fantasías
que te crean y te destruyen
cuando menos lo esperas.
Eres y tienes algo,
indefinible,
único,
inigualable.
Especial e incalculable.

Tus besos ahogan en el agua,
entre las burbujas de plata,
las desilusiones de un mañana vacío
y sin esperanza.

Salvador de vidas te llamaban.

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