sábado, 3 de agosto de 2013

Y en alma.

Hay grietas en el cielo
por las que escapan los ángeles
e inundan recovecos en la Tierra.
Un ejemplo eres tú.
Alma que refleja
la luz que la traspasa.
Agua cristalina que emana
de tus pupilas dilatadas.
Un ángel fugitivo
que renuncia a sus alas
siempre es mejor
que un hombre de carne y hueso
que intenta volar,
pues los pies necesitan el suelo
para apoyar los besos
que flotarían a la deriva del cielo
perdiéndose por siempre jamás.
Un hombre no ama
con pasión
ni abandona su cuerpo
para crear un nosotros.
Um hombre no lame heridas
ni cura cicatrices,
ya que es él mismo el que las dibuja
en el lienzo virgen del ánima.
Destrucción
frente a divinidad
caída del cielo.
Un ser incorpóreo
que late por dentro
y canta
junto a mi almohada.
Sombra hecha de deseos
que me cubre durante noches
en vela
y canta nanas
dulces
a mi oído.
Es mejor haber volado y tropezado
que no haber conseguido alzar el vuelo
en toda una vida.
Y tú,
precioso ser de nácar,
lo lograste
hace siglos
durante una mañana de primavera,
en la que los pájaros cantaban
y los miedos no nos acosaban.
Ángel que nada por el cielo
batiéndose en duelo con las nubes,
baja y besa mis labios
todavía implorantes de esperanza,
y devuélveme mi razón
y mi calma.
Entrégate una vez más
en cuerpo
y en alma.

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